Sara o el marchitar de las amapolas


 



Presentación del libro de relatos

Sara o el marchitar de las amapolas


Buenas tardes, presentamos hoy el libro de relatos “Sara o el marchitar de las amapolas”, de los escritores Carmen Cabeza y Carlos Becerra. Antes que nada, quiero decir unas líneas biográficas de sus autores.


Carmen Cabeza es narradora y poeta. Ha publicado el libro “Raquel bajo la lluvia y otros relatos”, con el que obtuvo el Premio de la Crítica de Asturias en 2015. Su novela “Nunca fuimos Ingrid Bergman” obtuvo además el Premio de la crítica de narrativa en el año 2000. Además, ha publicado dos libros de poesía: “Viento maldito” y “De una acuarela rota”.



Carlos Becerra es un apasionado de la fotografía, que está muy presente en este hermoso libro, y ha obtenido numerosos premios y menciones por su obra fotográfica, además de realizar diversas exposiciones colectivas e individuales. Respecto a la literatura, Carlos ha ganado concursos de cuentos y relatos, como el de la Granja de San Ildefonso, el de la Universidad Popular de Gijón, y ha quedado finalista en otros certámenes importantes.


Adentrarnos en este libro de relatos de nombre sugerente “Sara o el marchitar de las amapolas” nos lleva al convencimiento de que esta pareja tiene algo muy importante en común: su amor sin fisuras por la literatura, su fascinación por la palabra escrita y además por otras artes, como la fotografía.


Este es su primer, y esperemos que no sea el último, libro en común, algo que viene a ser la cosecha de ese amor sembrado durante tantos años. Es llamativo que la forma de conocerse esta pareja de escritores fuera un taller literario.


La primera imagen del libro es la de unas ventanas, unas ventanas que se abren para el lector, dándole la bienvenida.


Ya el primer relato, de Carlos, nos anuncia que el lector no tendrá tregua, que escribir es también una forma de acercarse a los territorios que no queremos ver, a las fronteras más peligrosas, a las dificultades y a la violencia de la vida de algunas personas.


La protagonista del segundo relato, de Carmen, habla de las cualidades del cine, que es capaz de ser sublime sin interrupción, eliminando de la vida semanas enteras, lo inservible, es decir, borrando, cancelando, igual que hace la escritura, que puede rehacerse una y otra vez, al contrario de la vida, donde todo es para siempre.


Los autores de este libro nos acercan también al mundo de la adolescencia, donde una conducta irreflexiva puede tener consecuencias desastrosas, como en el relato de Carlos, que se titula igual que el libro.


También encontramos en este libro relatos escritos bajo una mirada poética, como “Raquel bajo la lluvia”, relatos catárticos y liberadores, donde la protagonista suelta al fin sus ataduras, sus dependencias mentales y emocionales.


La escritura permite indagar, adentrarnos en las zonas difíciles, fronterizas entre la vida y la muerte, como en “Aurora”, de Carlos, un relato donde aborda con comprensión y compasión un momento incomprensible, el de una ejecución.


También hay sitio en estas páginas para la literatura que recuerda, por una parte, a las narraciones fantásticas, y por otra, a los ambientes opresivos, kafkianos. “El pálpito”, de Carlos, recuerda este ambiente y nos contagia de su desasosiego.


Hay un bellísimo relato de Carmen, un relato a medio camino entre la literatura fantástica y el realismo mágico, que nos emociona porque en él deja claro, a través de la protagonista, lo que significa la literatura en su vida, el poder mágico de la palabra. Hablo de “La voz abierta”, y querría destacar estas frases:


“Fue entonces cuando descubrió que escribir era un acto subversivo, esclarecedor como un fogonazo, definitivo, como una sentencia, que el gesto de abrir la voz y sacar afuera las palabras le proporcionaba un placer desconocido, una especie de liberación”.


También podemos encontrar en este libro relatos construidos con descripciones que llegan a conmover, como la descripción del carácter de Dimas, que “tenía nombre de verdugo, pero su mirada desmentía con creces cualquier atisbo de crueldad”. 


“Interior con anémonas” es un relato de Carmen magníficamente escrito, rozando y cayendo deliberadamente en la poesía más dura y existencial. Sobrecoge por el tema que aborda, el maltrato, con una hondura psicológica que pone al descubierto las consecuencias de la dependencia emocional.


Aparece aquí el trasfondo del maltrato, pero con una dosis de esperanza que nos hace respirar:

“De repente se dio cuenta de que él no era más que un simple mortal, pero calló aquel sentimiento y comprendió que algún día sería capaz de abandonarlo, que se desengancharía de su poder como de una droga letal”.


Carmen y Carlos nos enfrentan en este libro a ideas desasosegantes, a nuestros propios límites de la imaginación, a realidades que ocurren y superan la ficción, como ese final de fiesta en “Fiesta”, de Carlos Becerra.


Ambos escritores nos acercan a lo más profundo de nosotros mismos, y lo hacen de forma magistral, con una prosa que recorre territorios que abarcan de la poesía más pura al realismo urbano. 

El resultado es, más que nunca, un objeto artístico, pues las aportaciones fotográficas de Carlos tienen poesía y belleza en un grado impresionante.



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